sábado, 21 de abril de 2012

EL VASO ESCOGIDO


En la antigüedad un alfarero realizaba diferentes clases de vasos, entre los cuales estaban: los vasos de honra, los de misericordia y los vasos escogidos.
El comprador se acercaba a la tienda del alfarero y adquiría los vasos de honra para colocarlos en la puerta de la casa y el viajero que pasaba por allí se podía acercar y tomar agua.
El vaso de misericordia lo adquirían también para dar de beber a los viajeros, pero a diferencia de los vasos de honra este se ubicaba en el camino.
Ambos vasos tenían un gran uso, ambos eran fabricados por el alfarero, pero el vaso escogido era el vaso de mejor de diseño, de mejor forma, para un uso especial, era el vaso mejor fabricado, porque quedaba tal y como el alfarero lo esperaba; entonces satisfecho de su obra, colocaba su firma en la parte inferior del vaso.
El alfarero ubicaba el vaso escogido en un lugar oscuro de la tienda, donde los compradores no lo veían; y cuando un comprador le decía: “Estos vasos están bonitos, pero no es lo que busco”, entonces el alfarero le respondía “tengo un vaso que no es como los otros, es un vaso diferente, este vaso tiene un valor especial”, el alfarero se acercaba al vaso escogido y en ese momento lo ofrecía.
El vaso nos representa a nosotros, y el alfarero es Dios, de nosotros depende el ser un vaso de honra, de misericordia o por el contrario ser un vaso escogido. El vaso escogido es un vaso que ha permitido el moldeo de Dios en su vida, que no se ha interesado por mostrarse, que por mucho tiempo duro en silencio, callado, de pronto donde nadie lo veía, pero siempre buscando el rostro de Dios y permitiendo la impresión del carácter de Cristo en su vida.
Ninguno de estos vasos hace una mala función, pero hay uno que hace una mejor función, y esa es la persona que no se conforma con hacer lo necesario, con lo que le toca, por el contrario siempre hace la perfecta voluntad de Dios y en todo momento da la milla extra.
Ahora la pregunta es:

 ¿Qué clase de vaso quieres ser? 

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